lunes, 17 de enero de 2011

Alunado.


Aveces me paseo por los cementerios...Será quizás porque envidio la fragilidad humana, o quizá porque es el único lugar en el que me siento a gusto. Sí, estoy seguro, si tuviese alma, es aquí el único lugar en el que estaría en paz. Sin embargo, no gozo de tamaño placer. Nadie merece el destino que me ha tocado sufrir, trescientas primaveras, y sigo aquí, sin acostumbrarme a esto. Quizá la culpable sea ella. No, es demasiado fácil echarle la culpa a los demás, y se que en el fondo, tiene razón.

''Sé que si no me hubiese conocido, me habría amado''

No hago mas que torturarme, con mi propio pensamiento. Tenía que tocarme a mi, precisamente yo, un pequeño indeciso en desacuerdo consigo mismo, vivir eternamente. Supongo que, aunque me duela admitirlo, ya no puedo hacer nada. Tendré que redimirme a ser una bestia, un pequeño ser alunado, hambriento, insaciable, implacable mortal.

Ya casi lo he olvidado, ¿qué se siente al probar la comida humana? ¿qué se siente al ser feliz, o, al gozar de un alma? ¿Cómo es sentirse vivo? Ya no lo recuerdo, después de todo, tres siglos, dan para mucho... Busco redimirme de mis actos, quizá por eso, escriba esto, en la soledad, con la luna como foco de inspiración, con una misera tumba, de alguien capaz de descansar en paz, como apoyo. A decir verdad, tengo envidia de esta tumba, y de, lo que en si misma representa, el simple echo de poder morir... ¿Irónico verdad? ¿Quién iba a echar de menos el derecho a morir? Suena estúpido, pero, es verdad, anhelo mi exterminio.

Dicen que soy hermoso, bello, que mi semblante representa la paz, y, a la vez, la lujuria, no hay chica sin libido de mi, ni hombre sin envidiarme profundamente. Dicen que conservo la apariencia de un chico joven, me echan siempre, al rededor de los veinte. No hay manera de saberlo, no me veo, no me reflejo en espejos, me da pánico el agua (Nunca pensé que fuese a ser así, era un entusiasta de la piscina, y batí bastantes marcas de natación en mi verdadera juventud) y las fotos no captan mi esencia. No me extraña, como van a captar algo en mi, solo soy un contenedor, uno que, pase lo que pase, jamás se llena. No tengo un alma que salvar o un corazón que lata, la sangre ya no corre por mis venas, sino por mi estomago, y ni siquiera es mía.

Dudo que jamás nadie vuelva a sentir el calor de mi cuerpo, frío como el mármol, incapaz de absorber el calor ajeno. Ya no puedo disfrutar del calor del sol, de un paseo en una radiante tarde de primavera, una de esas en las que cualquier chico llevaría a su chica por un prado, aflorado y brillante, en la que el sol contrasta con el azul cielo y los olores se mezclan transformando sus hormonas, revolucionando sus sentidos, y su forma de ser, haciendo que vean mas allá de lo normal. Ya no podre disfrutar nunca de eso, no solo porque la energía purificadora del sol calcinaría mi cuerpo de manera irremediable, reduciéndome a escombros, a polvo, que el viento podría llevarse en cualquier momento, sino porque, ya no tengo a ninguna chica a la que llevar, nadie se atrevería a llevar una vida así, ni la más temeraria.

Por eso, estoy solo.

Aún así me pregunto..¿Por qué sigo vivo? Sé la forma de acabar conmigo mismo, y sin embargo, no he salido aún a hacerlo. Es una prueba mas, una prueba de que un ser alunado como yo, influenciado por la oscuridad, dominado por sus instintos, no es mas que una mísera bestia.

He de decir, qué aun así, inflado de cobardía y sin un plan para terminar con esto, deseo poder cambiar el destino ya escrito para mi, y espero, que la sangre de aquellos a los que no he devorado aún, me ayude a conseguirlo.

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''Tocala otra vez Sam...una y otra vez''